¿Te pasa que sentís antojo de algo dulce después de comer? ¿O que en ciertos momentos solo podés pensar en papas fritas, pan o chocolate? Tranquilo: los antojos son parte natural de la experiencia humana. Pero entenderlos es la clave para no dejar que dominen tus decisiones alimenticias.
Lejos de ser una señal de “debilidad”, los antojos son mensajes del cuerpo y la mente. A veces tienen que ver con necesidades físicas reales, y otras veces, con emociones no resueltas o hábitos aprendidos.
Cuando los abordás desde la culpa, generás más ansiedad. Cuando los observás con atención, podés transformarlos en aliados del cambio.
🔍 ¿Qué hay detrás de un antojo?
- Desequilibrio nutricional: saltarte comidas o consumir muy pocos nutrientes puede disparar deseos intensos.
- Emociones mal gestionadas: aburrimiento, tristeza, ansiedad o estrés muchas veces se canalizan comiendo.
- Asociaciones aprendidas: si creciste comiendo golosinas al festejar, es probable que tu cerebro las pida al buscar placer.
- Falta de descanso o hidratación: el cuerpo malinterpretado puede enviar señales erróneas de hambre.
💡 Cómo manejar los antojos desde la conciencia
- No los reprimas, observá: ¿es hambre real o emocional?
- Preguntate qué necesitás de verdad: descanso, contención, calma, energía.
- Tené opciones nutritivas a mano: frutas, frutos secos, chocolate amargo, infusiones.
- Practicá la alimentación consciente: comé despacio, sin pantallas, saboreando.
No se trata de eliminar los antojos, sino de aprender a escucharlos. Algunos serán una oportunidad para nutrirte mejor, y otros simplemente una invitación a registrar cómo te sentís.
La clave está en no juzgar, sino en elegir con más conexión y menos automático.
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