¿Realmente tenés hambre o solo estás aburrida, ansiosa o estresada?

Uno de los grandes desafíos cuando queremos alimentarnos mejor es distinguir entre el hambre real y el hambre emocional. Y no es tan fácil, porque muchas veces comemos por costumbre, por ansiedad o simplemente para tapar una emoción incómoda.

La buena noticia es que podés entrenarte para reconocer estas señales. Aprender a escuchar a tu cuerpo es clave para construir una relación más saludable con la comida, sin dietas estrictas ni culpa constante.


🍏 ¿Qué es el hambre real?

El hambre real es la que surge de una necesidad física concreta. Tu cuerpo necesita energía para funcionar, y por eso te manda señales para que te alimentes.

Este tipo de hambre:

  • Se desarrolla de forma progresiva: comienza suave y aumenta con el tiempo.
  • Es tolerable: podés esperar, planificar lo que vas a comer y elegir opciones nutritivas.
  • No genera urgencia emocional ni ansiedad.

Además, con hambre real:

  • Te conformás con comidas simples (una fruta, un plato casero, una ensalada).
  • Al terminar de comer, te sentís satisfecha pero liviana, sin culpa ni malestar.
  • Tu cuerpo te agradece: recuperás energía y concentración.

Dato útil: El hambre física suele aparecer entre 3 y 5 horas después de tu última comida. Si pasó menos tiempo, tal vez se trate de otra cosa…


😔 ¿Y el hambre emocional?

El hambre emocional tiene que ver más con una necesidad afectiva o psicológica que con una necesidad biológica.

Suele presentarse cuando:

  • Estás estresada, ansiosa, frustrada o triste.
  • Querés distraerte, evitar una situación o anestesiarte.
  • Buscás placer inmediato para calmar el malestar interno.

Este tipo de hambre:

  • Aparece de golpe y genera urgencia.
  • Te hace buscar alimentos específicos, generalmente ricos en azúcar, grasas o sal.
  • No te deja parar aunque estés llena.
  • Después llega el malestar físico, el arrepentimiento o la culpa.

El problema no es comer algo rico, sino que uses la comida como único recurso emocional.


🔍 ¿Cómo diferenciar entre ambos?

Estas preguntas te pueden ayudar a hacer una pausa antes de comer:

  • ¿Hace cuánto comiste? Si fue hace poco, quizás no sea hambre real.
  • ¿Podrías comer una comida casera ahora, o solo querés chocolate o papas fritas?
  • ¿Cómo te sentías antes del impulso? ¿Había una emoción incómoda que no estabas registrando?
  • ¿Podés esperar 10 minutos y volver a chequear? Si el hambre desaparece, era emocional.

El objetivo no es juzgarte, sino practicar la conciencia corporal y emocional. Cuanto más entrenes esta escucha, más fácil se vuelve.


💡 Pequeños pasos para empezar

  • Llevá un diario emocional: Antes de comer, anotá cómo te sentís, qué pasó en tu día, y si realmente tenés hambre.
  • Hacete preguntas con amabilidad: ¿Qué necesito en este momento? ¿Qué me haría bien?
  • Tomá agua: Muchas veces confundimos sed con hambre. Hidratate y esperá 10 minutos.
  • Incorporá otras estrategias: Caminá, escuchá música, llamá a alguien, hacé respiraciones profundas o escribí en un cuaderno.
  • Planificá tus comidas: Comer con horarios y tener opciones saludables a mano reduce el picoteo impulsivo.

Recordá: no se trata de dejar de comer, sino de entender por qué estás comiendo.


🧠 Comer consciente empieza con conocerte

Comer consciente (mindful eating) no es una dieta. Es una actitud hacia la comida y hacia vos misma. Es la práctica de estar presente mientras comés, registrando sabores, texturas, señales de saciedad y emociones asociadas.

Te comparto algunas claves para cultivar una alimentación más consciente:

  • Comé sin distracciones: Apagá pantallas y prestá atención a lo que estás comiendo.
  • Masticá lentamente: Disfrutá los sabores y texturas. Esto mejora la digestión y permite que la señal de saciedad llegue al cerebro.
  • Chequeá tu saciedad: Parate a mitad de la comida y preguntate: ¿Tengo hambre todavía? ¿Estoy comiendo por gusto o por necesidad?
  • Validá tus emociones: Si estás triste, enojada o estresada, permitite sentirlo sin taparlo con comida.

Escuchar tus señales internas te empodera. Cuando entendés tus emociones, podés elegir cómo cuidarte mejor. A veces, comer será parte de ese autocuidado. Otras veces, descubrirás que lo que necesitabas era respirar, llorar, abrazarte o simplemente descansar.


📌 Herramientas prácticas que podés usar hoy

  • El semáforo del hambre: Imaginá un semáforo. En rojo: no tenés hambre. En amarillo: dudás. En verde: hambre física real. Usá esta metáfora para frenar antes de comer y observar en qué color estás.
  • Escala del 1 al 10: Puntúá tu hambre antes de comer (1 = nada de hambre, 10 = muerta de hambre). Intentá comer cuando estés entre 3 y 7.
  • La regla del minuto: Antes de abrir la heladera, tomate 1 minuto. Respirá, chequeá tus emociones y decidí con consciencia.
  • El diario del hambre: Durante una semana, anotá qué comés, cómo te sentís antes y después. Vas a encontrar patrones muy reveladores.

🤍 Recordá: no es perfección, es progreso

Es normal tener momentos de hambre emocional. Somos humanas, no robots. Y no hay nada de malo en disfrutar una comida rica por puro placer.

El problema aparece cuando la comida se convierte en la única respuesta a tus emociones, y no lográs conectar con lo que verdaderamente necesitás.

Por eso, este camino se recorre paso a paso, sin culpas, sin extremos. Observarte con curiosidad en lugar de juicio puede ser el mayor acto de amor propio que hagas hoy.

Hoy puede ser un buen día para observar tu próximo impulso. ¿Tenés hambre o solo necesitás un abrazo?

✨ Comprar en mi Tienda Oficial ✨

Visitá mi tienda oficial y descubrí más ebooks y recursos saludables.