Muchas veces intenté “empezar de cero” para sentirme mejor. Comer mejor, moverme más, dormir bien, estar más tranquila. Pero lo que aprendí en el camino es que no se trata de hacer todo perfecto, sino de encontrar el equilibrio posible entre lo que necesito, lo que puedo y lo que me hace bien.

Combinar alimentación, descanso, ejercicio y bienestar emocional no es una fórmula exacta. Es más como una danza: a veces un área necesita más atención, y otras veces todo fluye sin que lo note. El punto no es exigirme más, sino estar más atenta a cómo me siento.


🧃 Alimentación: lo real primero

No sigo dietas, pero sí trato de elegir lo que me hace bien. Más alimentos reales, menos ultra procesados. Comer con conciencia, no por ansiedad. Y darme permiso: disfrutar también es parte del equilibrio.

😴 Descanso: dormir no es perder el tiempo

Cuando duermo bien, todo funciona mejor. Tengo más energía, mejor humor, más claridad. Trato de armar una rutina: pantallas afuera, algo tranqui antes de dormir, y respetar mis horarios (aunque cueste).

🏃‍♀️ Movimiento: sin presión

No voy al gimnasio, pero camino. A veces yoga, a veces música fuerte y bailar sola. Lo que me ayuda a soltar el cuerpo y también la cabeza. El movimiento es salud, pero también expresión y alivio.

🧠 Bienestar emocional: estar conmigo

Aprendí que el diálogo interno lo cambia todo. Hablarme con más amabilidad, bajarle el volumen a la exigencia, y pedir ayuda cuando lo necesito. Meditar a veces, escribir, o simplemente respirar profundo cuando el día me pasa por encima.

DATO MIC 💡
Nuestro bienestar es un sistema: lo físico, lo mental y lo emocional están conectados. Hacer pequeños ajustes en cada área, sin buscar la perfección, genera grandes cambios sostenibles en el tiempo.