¿Te pasó de abrir la heladera sin hambre real, solo por impulso? Comer por ansiedad es algo muy común, y no tiene que ver con falta de voluntad, sino con una necesidad emocional que busca calmarse a través de la comida.
La clave no está en prohibirte, sino en aprender a reconocer lo que realmente necesitás. Identificar el patrón, ponerle pausa y elegir con conciencia. Eso es alimentación consciente también.
🧠 ¿Qué dispara el hambre emocional?
- Estrés acumulado o falta de descanso.
- Aburrimiento, soledad o sensación de vacío.
- Ambientes caóticos, estímulos constantes o falta de rutina.
- Hábitos restrictivos que generan rebote emocional.
🔑 Estrategias simples y posibles
- Tomá pausa antes de comer: ¿Es hambre real o un impulso emocional?
- Tené opciones saludables a mano: no se trata de negar el deseo, sino de gestionarlo.
- Usá otros recursos para calmarte: respirar, moverte, hablar con alguien, salir al aire libre.
- Si comiste sin hambre, no te castigues: observá, aprendé y seguí.
La comida no es el problema. Muchas veces es la forma más accesible que tenemos para regular emociones.
Con amabilidad y autoconocimiento, podés transformar ese hábito sin culpa ni rigidez.
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