La postura que adoptás durante el día —ya sea al estar sentado, parado o en movimiento— tiene un impacto directo sobre tu salud física, emocional y mental. Y muchas veces no somos conscientes de cuánto influye.

Una mala postura sostenida en el tiempo puede generar dolores de espalda, tensiones musculares, fatiga, problemas digestivos y hasta afectar tu respiración. Pero también incide en cómo te sentís: el cuerpo encorvado puede reforzar estados de ánimo bajos o una sensación de falta de energía.

Por el contrario, una postura alineada y consciente no solo mejora tu salud física, sino que también te hace sentir más presente, con mayor seguridad y bienestar general.


🧘 Beneficios de una buena postura

  • Mejora la respiración: al abrir el pecho y liberar el diafragma, respirás mejor y más profundo.
  • Reduce dolores musculares: especialmente en espalda, cuello y hombros.
  • Aumenta tu energía: al liberar tensiones, el cuerpo se oxigena mejor y se cansa menos.
  • Influye en tu estado de ánimo: una postura erguida genera más confianza y claridad mental.

📌 Microacciones para mejorarla

No se trata de estar “perfecto” todo el día, sino de incorporar pequeños recordatorios y ajustes:

  • Hacé pausas activas cada 1-2 horas si trabajás sentado.
  • Chequeá tu postura frente a pantallas: pantalla a la altura de los ojos, hombros relajados.
  • Sumá ejercicios de estiramiento o yoga a tu rutina.
  • Conectá con tu cuerpo a lo largo del día, aunque sea unos segundos.

📎 Dato MIC

Investigaciones de la Universidad de San Francisco muestran que una postura erguida puede disminuir los niveles de cortisol (estrés) y aumentar la autoestima. El cuerpo también comunica con el cerebro: cómo te parás, influye en cómo te sentís.

Pequeños ajustes posturales pueden marcar una gran diferencia en tu calidad de vida. Escuchá tu cuerpo y ayudalo a estar bien.